El título de este artículo es la primera estrofa de una canción
interpretada por las Estudiantinas portuguesas y replicada en España por
las homólogas Tunas de nuestras Facultades universitarias. La canción
caló tanto en aquellos tiempos, que la famosa vedete Celia Gámez decidió incorporarla a una de sus famosas revistas musicales, La hechicera en Palacio, encomendando su interpretación a Concha Velasco, que le sirvió para lanzarla a la fama.
En
los tiempos que estamos viviendo se ha resaltado por los políticos y
los medios de comunicación la radical diferencia de posiciones respecto a
la pandemia del coronavirus mantenida
por el líder de la oposición portuguesa y la contundente e irracional
oposición del principal partido de la oposición, el Partido Popular,
seguido en un tono mayor por Vox y en menor medida por Ciudadanos. El
líder de la oposición portuguesa, Ruí Rio afirmó, en sede parlamentaria:
"Yo no estoy cooperando con el Partido Socialista, estoy cooperando con
el Gobierno de Portugal, en nombre de Portugal". Añadió: "Coraje,
nervios de acero y mucha suerte, porque su suerte es nuestra suerte".
La única aportación conocida de Pablo Casado es la de acusar al Gobierno,
en pleno estado de alarma, de incompetente, de falsear los datos y de
responsabilizarle de las muertes, que no dudan en calificar como un
homicidio imprudente. No sabemos cuál es la pócima mágica que ofrece como alternativa.
Las diferencias políticas, culturales y de costumbres sociales entre España y Portugal son abismales desde hace muchos años.
Los dos países han vivido largas dictaduras, pero los comportamientos
políticos de ambos sistemas han sido notoriamente diferentes. Las
cabezas visibles del golpe militar español, Mola, Franco y Queipo de
Llano, manifestaron públicamente, desde el comienzo, que su propósito
era derrocar la República y exterminar, física y moralmente, a la mayor
parte de los integrantes políticos, sindicales y sociales del Frente
Popular.
La
dictadura militar española convivió con la dictadura portuguesa de
Antonio Oliveira Salazar, pero sus comportamientos y su forma de
gobernar discurrieron por derroteros absolutamente distintos.
Salazar ejerció como primer ministro entre 1932 y 1968 e interinamente
la Presidencia de la República en 1951. Fue la cabeza y principal figura
del llamado Estado Novo, que abarcó el periodo 1926-1974, si
bien el régimen no se consolidó como tal hasta 1933.
El pretexto de
Franco para justificar sus sangrientas represiones y la persecución de
los disidentes se basaba en sostener que nos defendía del peligro de la
dominación comunista. Posibilidad totalmente inexistente, si alguien se
toma la molestia de leer los Acuerdos de Yalta, entre Churchill,
Roosevelt y Stalin.
Salazar
compartía el mismo temor al comunismo, pero
actuó de forma totalmente distinta frente a los presuntos enemigos o
disidentes. Es cierto que la temida policía política, la PIDE, cometió
indudables excesos e incluso asesinó al opositor general Humberto
Delgado, pero al lado de nuestra Brigada Político Social se parecía más a
un órgano burocrático que a la máquina de torturar y asesinar de la
Social.
La
dictadura portuguesa tuvo un gran empeño en universalizar la
educación, logrando dotar a todos los niños en edad escolar de centros,
basados en un modelo de educación pública inspirada en sistemas
europeos. Es cierto que no faltaba un componente del catolicismo en las
escuelas. Hoy día, Portugal merece, en las esferas internacionales que
valoran los niveles de los sistemas educativos, el calificativo "de
estrella ascendente de la educación internacional" y sale parangonada en
los informes PISA con Finlandia y Estonia, consideradas como el máximo
nivel educativo.
Si
la educación es la base de la ciudadanía, no hay duda de que los
ciudadanos portugueses siempre estuvieron mejor formados y preparados
para integrarse en la cultura democrática
que nosotros con el modelo nacional-catolicista. En el año 1960,
mientras nosotros vivíamos en el ostracismo y la autarquía económica, se
admitió su ingreso en la EFTA, Organización Intergubernamental
precursora de la Comunidad Económica Europea, fundada para la promoción
del libre comercio y la integración económica en beneficio de sus
Estados miembros.
Su inclinación y relaciones con el Imperio Británico también
repercutió en los usos y costumbres de los ciudadanos y en el
comportamiento de la dictadura. No en vano compartían un imperio
colonial que hacía sentirse a los portugueses orgullosos de su presente y
de su pasado. En todos los organismos públicos portugueses se podía ver
un cartel en el que bajo el lema "Portugal no es un país pequeño" se
fundía su territorio en la Península Ibérica, con las grandes
extensiones de Angola y Mozambique y los ejemplares y aislados reductos
de Goa, Macao y Timor.
Muchos españoles ignoran, en su simplificador e insuficiente
conocimiento de la Historia, que Portugal es uno de los países
fundadores de la Organización del Atlántico Norte más conocida como
OTAN. La participación de Portugal en la creación de la Alianza
Atlántica en el año 1949 contribuyó a que los militares portugueses adquiriesen una cultura democrática,
por sus contactos y maniobras militares con los ejércitos de países
como Bélgica, Canadá o el Reino Unido.
Esta experiencia y el trauma de
las guerras coloniales, fueron el germen que prendió en los mandos
intermedios del ejército portugués que encarnaron los "Capitanes de
Abril". El 25 de Abril de 1974 (Grándola Vila Morena) dieron el golpe militar menos sangriento de la historia,
ya que solamente hubo un muerto, un policía de la PIDE por un infarto
de miocardio. Los militares españoles que integraron esos ideales en la
Unión Militar Democrática (UMD) fueron condenados y han sido maltratados por los Gobiernos de nuestra inacabada Transición.
Fuimos admitidos, al mismo tiempo, en la actual Unión Europea, lo que
fomentó las relaciones económicas entre nuestros países. Muchos no
saben que una de las múltiples euro regiones que contemplan los Tratados Fundacionales es la de Galicia- Norte de Portugal.
Hasta tal punto que, hoy día, el Aeropuerto internacional del sur de
Galicia es Oporto y las relaciones entre ambas regiones son
perfectamente fluidas y asumidas con absoluta naturalidad.
Mi infancia y adolescencia y gran parte de mi vida está unida a
Portugal, por la proximidad del pueblo de mi madre, Verín (Ourense), con
los vecinos portugueses. Lo que nosotros llamamos la frontera y ellos
con mucha mayor propiedad y suavidad denominan la raya que nos separa
artificialmente, nunca fue un obstáculo para nuestras relaciones económicas y personales.
Desde mis primeros escarceos en la lectura de textos de autores de mi
tierra natal, me hice partícipe de las ideas de Rosalía de Castro y
Valentín Paz Andrade, político y economista, que preconizaba la
posibilidad de una Unión Hispano-Lusa-Americana que nos
convertiría en una potencia mundial, al acumular los países luso
parlantes, como Brasil, con toda Hispanoamérica, que utiliza nuestro
idioma.
He tenido el privilegio de intercambiar estos sentimientos con José
Saramago, que compartía esta idea como muchos otros ilustres y cultos
ciudadanos portugueses. Incluso el diario ABC tuvo la
amabilidad de publicarme, en su famosa tercera página, un artículo en el
que defendía el desarrollo de esta posible e ilusionada visión de
futuro.
Reproduzco parte de su contenido: "En tiempos más cercanos, José
Saramago recogió esta idea en su obra La balsa de piedra (1986). Las rayas trazadas en los suelos no pueden convertirse en barreras infranqueables o en territorios hostiles.
Alcanzamos la democracia, por vías muy distintas, en épocas cercanas.
Entramos a formar parte de la Comunidad Económica Europea en la misma
fecha, pero seguimos ignorándonos, manejando los viejos prejuicios.
Frente al dicho portugués 'De Espanha nin bon vento nin bon casamento',
la postura, ridículamente prepotente, de muchos españoles que ignoran
la calidad cultural de nuestros vecinos y su exquisita educación y
cortesía, nunca aduladora o servil" (2009).
En
estos momentos y a la vista de los acontecimientos, si yo fuera
portugués no tendría ningún interés en compartir ideas, instituciones
políticas o fusión de Estados. Nos separa un abismo.
Ellos participan del orgullo de convivir en paz y su respeto por el
disidente. Nuestra sociedad está dividida entre vencedores de la guerra
civil y demócratas vencidos, a los que se trata de erradicar a toda
costa de la vida pública. Este espíritu cainita nunca ha arraigado entre
nuestros vecinos.
Queridos amigos portugueses, durante mucho tiempo he convivido con
vosotros y he disfrutado de vuestra hospitalidad, amabilidad, cultura y
respeto. No es el momento de iniciar ninguna acercamiento para una
fusión que, en estos tiempos, creo que no os conviene.
Sigo manteniendo
los bellos recuerdos de mi infancia y adolescencia. El río Támega, nace
montañas arriba del pueblo de mi madre y sigue su curso hacia el paisaje
portugués, desembocando en el Duero para llegar hasta el océano
Atlántico.
Espero
que, en su día, José Saramago me haga un hueco en su balsa de piedra y
podamos navegar juntos hasta nuestro destino común.
(*) Magistrado emérito del Tribunal Supremo en España, comisionado de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra) y abogado
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